El club de Villa Ángela escribió uno de los puntos más altos de su historia deportiva en la temporada 11/12 de la Liga Argentina, donde consiguió su segundo ascenso a la Liga Nacional tras campeonar en la segunda categoría. Recordamos ese hito junto con el entrenador Jorge Lobera, Víctor Cajal, Christian Schoppler y Lisandro Rasio.
La temporada 2011/12 de la Liga Argentina quedará marcada con el título y ascenso de Unión Progresista de Villa Ángela. En lo que fue una temporada de menos a más, donde el equipo siempre tuvo una marcada solidez ante su gente y fuera de casa fue encontrando una regularidad notoria con el transcurso del calendario, el equipo chaqueño terminó alzándose en lo más alto de todos, consiguiendo al final su anhelado arribo a la Liga Nacional.
Quizá al principio no vislumbraba como uno de los grandes candidatos de la temporada, sin embargo material de calidad había de sobra y hasta la filosofía de las plazas chaqueñas representaba desde siempre un escollo muy combativo. En este contexto, se sabía que iba a resultar un equipo serio, duro para quebrar y que podía dar más de una sorpresa. Terminó sucediendo todo eso y mucho más.
Progre venía de quedar eliminado en primera ronda de playoffs, cuando cayó en la reclasificación ante Quilmes de Mar del Plata (3 a 2), equipo que luego terminaría siendo campeón. Y aquella era su temporada debut/regreso, porque venía de adquirir la plaza previamente cuando en agosto del 2010 se quedó con un lugar en la categoría, recordando que antes venía de jugar Liga B. Con la estructura y el mando de Jorge Ignacio Lobera, un ícono en todo este proyecto, se lanzó a buscar el éxito que no tardó mucho en llegar.
Para arrancar a contar esta historia hay que hacer un pequeño arco de vital importancia, un dato tan curioso como relevante. Lobera, técnico de Progre, no solamente recorrió todas las divisiones con el club hasta llegar dicha temporada a jugar la A, sabiendo que al año siguiente también dirigió al equipo en Liga Nacional, sino que debemos agregar que también fue partícipe del primer ascenso del club a la Liga en 1987, cuando los villangelenses habían logrado uno de los boletos a la máxima categoría desde la Liga B. ¿Especial? Que no queden dudas, todo esto fue demasiado fuerte desde lo emocional para el entrenador.
«El primer gran logro de Unión Progresista, cuando todavía no estaba la Liga, fue cuando salimos subcampeones del Argentino de Clubes de 1977 en Catamarca, el año que salió campeón Lanús. El técnico era Antonio Manno. Luego vino el ascenso a la Liga en el año 87 de la mano de Aldo Marchesini, donde yo también estaba como jugador y pasamos de ascender desde Liga B a jugar la A al año siguiente. Era la primera vez que un equipo del Chaco ascendía a la Liga Nacional. Esa es mi etapa como jugador, después ya viene como técnico. Recuerdo que en el 2008, yo estando como dirigente del club, lo traemos a Oscar Acosta para dirigir el Provincial, pero a los dos meses se tiene que ir por un problema de salud y como me había pedido que le de una mano quedé al final yo como técnico. Ganamos el Provincial, después el Regional, lo que era la C por zonas, y luego compramos plaza para lo que era el TNA en el 2011, pasando por todas categorías», recuerda Jorge Lobera sobre la importancia de haber participado en los ciclos más importantes de la historia de la institución.
Puntualmente, en aquella 2011/12, Progresista se armó con ambiciones desde el arranque y pretendió ser uno de los animadores del torneo en la medida que todo pueda acomodarse. Aún así, quizá estaba algo lejos de saber todo lo que terminó sucediendo ese año, porque el equipo trató de buscar la impronta de tener jugadores de la ciudad, con ese tinte de identificación y ese sentido de pertenencia, pero luego había que edificar lo que fue esa tremenda campaña. A Lobera, cabe recordar que al principio del armado y la temporada se sumó Leandro Chemile para formar la dupla técnica. El juninense luego no terminaría de completar dicha campaña por razones personales, pero ayudó en el armado del plantel.
De la temporada anterior, y más allá de Lobera como conductor principal, se mantuvieron dos jugadores emblemas como Gonzalo Laphitzborde y César Pepo Avalle. Ambos venían del año anterior y tuvieron continuidad en sus vínculos contractuales para la 11/12. A ellos, el primero en sumarse fue otro de la ciudad, otro hijo del club que tuvo sus inicios en Progre, como Christian Schoppler. El Pitu había estado previamente en equipos de su provincia como Española e Italiana de Charata, la temporada anterior había estado en San Martín de Marcos Juarez pero aquella 11/12 iba a cumplir jugando en su casa, en ese Progre que lo vio crecer.
El escolta villangelense, que en aquel entonces tenía 25 años, promedió números brillantes de 13,2 puntos, 2,0 rebotes, 2,3 asistencias, 1,8 robos en 26,4 minutos por noche. Pitu relata un poco lo que significó y el recuerdo aquella campaña tan inolvidable como especial para su carrera, sabiéndose que independientemente de todos los logros y la jerarquía que supo adquirir a lo largo de todos estos años de trayectoria, nada se puede comparar con ascender y ser campeón en el club que lo vio nacer (y con el que incluso luego jugaría en la A en la 12/13 post ascenso).
«El grupo humano que se hizo fue excelente, incluso con amigos dentro del equipo. Tanto Laphitzborde, Cajal, Aleksandrowicz, Avalle… son todos amigos, así que jugar con ellos y compartir esa temporada fue realmente muy hermoso. Lograr el ascenso no fue nada fácil, costó pero lo pudimos conseguir. Ganamos mucho en todo el año, nunca tuvimos un problema en el grupo, la pasamos muy bien y la calidad humana del equipo fue primordial. Estuvimos muy unidos. Fue un año perfecto. Como profesional era una etapa de mi vida muy linda e importante. Para un jugador profesional de básquet no hay nada más lindo que salir campeón en su club y en su ciudad, eso no tiene precio. He jugado por toda Argentina y por algunas partes del exterior, y sinceramente no viví nada parecido a lo que viví ese año del ascenso con Progre».
Luego, dentro de las prioridades que tenía Lobera para el armado del equipo, estaba la premisa de contratar a Víctor Hugo Cajal, un histórico dentro de la categoría y como base titular. Con 30 años en ese entonces, Cajal llegó para hacerse cargo de manejar los hijos del equipo desde dentro de la cancha. Venía de jugar Liga B con Del Bono, aunque el recorrido de Víctor en las dos máximas categorías del básquet argentino (jugó Quimsa, con ascenso a la A y también un par de años en el equipo de Liga, y San Martín de Corrientes) lo apoyaban como uno de los jugadores top a tener.
Cajal la rompió ese año, siendo de hecho el mejor a nivel cifras que tuvo hasta ese momento, con números de 10,1 puntos, 2,7 rebotes, 2,3 asistencias, 1,2 recuperos y 28,9 minutos por noche en los 36 compromisos que disputó. El santiagueño, de los jugadores más emblemáticos que tiene la Liga Argentina en su historia, se sumó también a la charla y contó un poco lo que dejó aquel gran año de su llegada Progre, donde también luego tendría la posibilidad de jugar Liga Nacional ya que al año siguiente renovó y pudo disputar la elite con el elenco chaqueño.
«Siempre que pienso cosas de ese equipo son lindas y me dejó grabado grandes recuerdos. A priori, en el armado del equipo, no nos tenían en cuenta. Eramos un equipo conformado con todos los condimentos, teníamos juventud, experiencia y también jugadores que dieron el salto de calidad en esa temporada, que en años anteriores venían mostrando progresos y que serían jugadores importantes a partir del salto que dieron esa temporada caso Pitu Schoppler, Lisandro Rasio o Pablo Osores. Jugadores a los que quizá les faltaba eso de combinarse con el plantel que teníamos para dar ese salto de calidad y confianza, y hoy en día ser jugadores importantes en la categoría y hasta en la Liga Nacional».
«Eramos un plantel de dos jugadores por puesto y no se notaba la diferencia de cuándo salía uno y entraba el otro. Eramos muy completos, bien cubiertos en todos los puestos, y hasta los juveniles que teníamos nos exigían porque necesitaban minutos y se lo ganaban en los entrenamientos. Por eso creo que más allá del armado del equipo el secreto estaba en las prácticas, en los entrenamientos, en donde los partidos los jugábamos a morir y era muy parejo. Sin ir más lejos hay que recordar que en esa época lo teníamos como juvenil a Tayavek Gallizzi, que hoy es selección argentina; Facu Grutzky que se fue a jugar afuera; y después Matías y otros chicos que eran jóvenes pero tenían condiciones tremendas. Eramos un plantel largo, completo y muy competitivo. Nunca nos conformábamos con nada y siempre queríamos ir por todo».
Todo equipo que afronta una temporada llena de ambiciones necesita ser largo en la rotación, una clave significativa a la hora de afrontar una competición que conlleva varios meses de competencia. Por eso, los jóvenes siempre fueron fundamentales dentro de cada armado de plantel y para Progre no fue la excepción. En ese sentido, el punto de inflexión en cuanto a jóvenes talentos fue la contratación de Lisandro Rasio.
Rasio, que en ese entonces tenía apenas 21 años, llegaba a la segunda categoría habiendo jugado la campaña anterior en la Liga Nacional con Sionista de Paraná. Llegó a Villa Ángela con las buenas referencias de su hermano, ya que Francisco había jugado allí el año anterior, y con la intención de sumar minutos para seguir creciendo. Recordemos que el pivote zarateño ya había pasado por la división cuando en la 09/10 vistió los colores de Ciudad de Bragado, por lo que en Progre fue segundo año en la categoría.
Todo salió redondo para Lisandro, que jugó un año fantástico y la rompió con 16,7 puntos, 9,5 rebotes y 1,4 asistencias en 32,3 minutos por partido (41 encuentros). Estos números no solamente le valieron para luego hacer una carrera más sólida en la elite, sino que además fue tan importante su desequilibrio en aquella campaña que fue elegido como el MVP de la 2011/12. Rasio mismo recuerda cómo fue ese paso por tierras chaqueñas en aquel momento. El oriundo de Zárate se suma y también detalla aquella campaña.
«Me acuerdo que tuvimos una temporada muy sólida, desde el comienzo ya armamos un plantel y un grupo muy bueno. Tal vez no teníamos grandes nombres pero la química del plantel fue excelente, estábamos muy bien cubiertos en todas las posiciones y de locales nos hicimos muy fuertes. Creo que solamente habremos perdido uno o dos juegos en toda la temporada de local, y eso es una prueba de que el equipo estuvo muy bien. Villa Ángela es una ciudad donde se vive mucho el básquet, y más en esa época que teníamos los clásicos con Alvear que fueron partidos hermosos y en los cuales pudimos festejar bastante ganando. Ese fue un año bueno no solamente por haber clasificado primeros y salir campeones, sino que también pudimos ganar varios de esos clásicos que tanto para la ciudad como también para el club Progresista eran muy importantes».
Luego Lobera conseguiría una renovación más dentro de los jugadores villangelenses, ya que una de las ideas que se manejaron desde el inicio fue armar un plantel con jugadores identificados a la ciudad y al club. En este sentido, a los ya nombrados casos de Laphitzborde, Avalle y Schoppler, hay que sumar la continuidad del pivote Mauro Aleksandrowicz.
Ya para ir cerrando el plantel, Progresista consiguió hacerse de los servicios de Nicolás Ojeda, de los más experimentados dentro de la categoría que venía de jugar la campaña anterior para Unión de Sunchales. El extranjero elegido en primera instancia fue Charles Bailey, un ala pivote que había jugado la temporada anterior en Tucumán BB y había dejado buenas sensaciones. A último momento, ya con varios equipos haciendo su preparación entre partidos amistosos y demás, se sumó también Pablo Osores como la ficha mayor que cerró el plantel, llegando tras su paso también por Tucumán BB. Lobera cuenta en detalle y en cada caso particular cómo armó el equipo.
«En ese TNA participamos cuatro equipos del Chaco donde el Gobierno les da exactamente la misma cantidad de dinero a los 4 equipos. Eran Española e Italiana de Charata, y Alvear y Unión Progresista de Villa Ángela. Mi idea era tener una base de jugadores locales como el caso de Laphitzborde, que si bien era de Chivilcoy ya desde el 2000 estaba instalado en Villa Ángela; y Pepo Avalle, Pitu Schoppler y Mauro Aleksandrowicz, que eran de la ciudad. A partir de ahí empezamos a armar el equipo, trayendo jugadores, llamando por teléfono».
«Víctor Cajal era fundamental para mí en la base, de hecho fue uno de los primeros jugadores que traje porque lo tenía como prioridad. Así fuimos sumando. El caso de Lisandro Rasio fue muy particular porque ese año iba a trabajar conmigo Chemile, que estaba de ayudante en el Argentino y me contó que Lisandro estaba jugando en Provincia de Buenos Aires. Venía de estar en Echagüe el año anterior y había jugado muy poco, no había arreglado con ningún club argentino y estaba con la posibilidad de irse a Chile. Entonces me pongo en contacto con su representante, arreglo condiciones y después de hablar con los dirigentes afortunadamente a los dos días ya lo pudimos traer. Lo mismo con Pablo Osores, que recuerdo haber hecho un viaje a Tucumán para verlo jugar y hablar personalmente, tenía sus dudas pero al final vino. Nico Ojeda también».
En cuanto a las fichas menores, acá hay que abrir un paréntesis importante por el efecto en sí que tuvo la participación de un juvenil en particular. La primera intención fue la continuidad a Gonzalo Gorostiaga, y aunque al principio no pudo concretarse el base regresaría al club para la segunda fase (había estado en Quilmes). Progre también consiguió a préstamo desde el club marplatense a tres jóvenes como Pedro Zabala, Facundo Grutzky y un tal Tayavek Gallizzi. Otro de los jóvenes que también llegó fue Matías Paciotti, que venía de jugar Liga con La Unión de Formosa.
El caso de Gallizzi, subcampeón del último Mundial de China con la Selección Argentina, es por demás particular dentro de la Liga Argentina. Y es que el pivote santafesino registra tres temporadas en esta categoría, y en todas integró planteles que lograron el ascenso: Quilmes 10/11, Progresista 11/12 y Quilmes 12/13. En el caso de esta participación con el conjunto chaqueño, Taya fue de menor a mayor, se ganó los minutos y terminó teniendo números de 2,2 puntos y 1,2 rebotes en 5,9 minutos por partido (27 juegos).
«Por esas cosas de la vida trajimos tres juveniles de Quilmes de Mar del Plata y uno de ellos era Tayavek Gallizzi, que debutó en la liga con nosotros. Empezó jugando muy pocos minutos pero terminó jugando un promedio de casi 10 minutos en el final de la temporada. Fue tremendo eso, desde el primer momento vi un chico muy trabajador, dedicado y que escuchaba todo tratando de aprender. Hoy consigue todo este presente tan lindo que vive, jugando en la selección, en La Liga, y uno no puede estar más contento por ese éxito», explica el DT.
Lobera comenzó a darle rodaje al equipo en pretemporada, aprovechando la presencia de varios equipos en la región (de Chaco esa temporada jugaron no solo Progresista, sino Alvear también de Villa Ángela, e Italiana y Española, ambos de Charata). Allí, jugó algunos amistosos, donde dentro de los cuales vamos a enmarcar los que jugó ante Alvear en el clásico de la ciudad, ambos con derrota (96-88 y 92-90). ¿Por qué los destacamos? Porque más allá de que en ninguno de esos dos juegos hubo superioridad rival, Progre cambiaría la cara a lo largo de la temporada y terminaría teniendo revancha con el correr del año.
Llegó entonces el esperado debut, y Progre arrancó de visitante visitando a Asociación Española en Charata. La formación inicial del equipo de Lobera estuvo compuesta por Schoppler, Cajal, Laphitzborde, Rasio y Bailey. Terminó siendo una importante victoria para los villangelenses, que ganaron 83-69 en recinto ajeno y con varios puntos altos en el goleo (Avalle 19; Cajal 14; y Schoppler, Rasio y Bailey con 13 cada uno).
La seguidilla positiva continuó con un triunfo sobre Estudiantes, de visitante también y en Concordia, por 77-73. El triunfo estuvo apoyado en Bailey (23 puntos y 8 rebotes), Avalle (17 tantos) y Rasio (16 puntos). Y nuevamente fuera de casa, precisamente en tierras misioneras cuando visitó a Oberá TC, volvería a ganar para llegar a las tres victorias en fila: 82-79 con Rasio (17), Bailey (16) y Schoppler (14) destacándose en el rubro anotador. Progre tendría un arranque más que importante, sorteando paradas muy difíciles en la ruta, y acomodándose rápido entre los primeros lugares de la tabla.
Su primera presentación en casa sería ante Tomás de Rocamora, y allí volvería a ganar por 94-77 manteniendo su invicto (Avalle 20 puntos y 5 rebotes). Volvería a ganar en el Carlos Lobera tras imponerse contra Echagüe de Paraná por 72-56 (Schoppler 16, Bailey 16 y Rasio 14), trepando así a lo más alto de la zona Norte. Progre ya era el único imbatible que quedaba en pie dentro del torneo, y para concretar la sexta victoria en misma cantidad de presentaciones tuvo que esforzarse por demás, ganándole a Italiana en suplementario y de visitante en el Antonio Golob por 99-96 (Schoppler 23; Avalle, Laphitzborde y Bailey 17; y Rasio 16).
Llegó entonces el primer clásico oficial de la temporada, ante Alvear y de visitante en La Caldera. Fue el día donde Progre despidió su invicto tras caer por 91-83 ante el equipo de Jorge Caballero, donde no alcanzó la tara de Schoppler (17) ni de Rasio (15 más 16 rebotes) o Laphitzborde (14). Tras ese juego, la cima de la tabla tambalearía ante un Alvear que descontó distancias y terminó alcazando a los dirigidos por Lobera, compartiendo la cima del Norte.
El panorama pasó a tener mayor incertidumbre cuando a la siguiente semana Progre volvió a perder, en lo que fue su primera caída como local y ante Unión de Sunchales por 101-95. Todo esto hizo que la cima de la tabla de posiciones se congestione, y ya no estaban solo los villangelenses sino también que se fueron sumando Oberá y Rocamora. Todo esto se descomprimió un poco en la siguiente fecha, ya que Progre tuvo su esperada recuperación al imponerse de local ante San Isidro por 93-78 (Rasio figura con 28 puntos). Y más aún cuando nuevamente ante su gente volvió a sumar otra victoria más, ante Estudiantes de Concordia y por 84-76 (Rasio 22 y Avalle 20).
Las buenas sensaciones siguieron con una victoria ante Oberá TC, nuevamente en calidad de local y por 75-70 (Avalle 22, Rasio 19 y Schoppler 17). En el medio, el equipo movió sus fichas y decidió la salida de Bailey, que más allá de los buenos números del extranjero, desde la institución se adjudicó que la causa de su desvinculación fue por no ajustarse al estilo de juego que buscaba el equipo. Luego llegarían dos derrotas de visitante para el equipo en su gira por Entre Ríos, la primera ante Rocamora en Concepción por 74-63 y la segunda contra Echagüe en Paraná por 68-62.
Allí se concretó la llegada de un extranjero que terminaría siendo vital para Progre. Arribó Greg Dilligard, que en aquel entonces venía de jugar en Uruguay y que terminó haciendo en aquella 11/12 su primera experiencia en nuestro país. Terminó siendo importante dentro de la estructura del equipo, ayudando con 11,1 puntos y 7,8 rebotes de promedio, combinándose con Rasio para potenciar al plantel, dominar en la zona pintada y ser un bastión en el costado defensivo. «Ya con la temporada iniciada hicimos un cambio de extranjero y llegó Greg Dilligard, un león en todo sentido, como persona, como jugador, en defensa sobre todo», manifiesta Lobera.
«En un principio tuvimos un americano que tenía mucho gol pero en defensa no nos daba lo que nos terminó dando Greg Dilligard, que se terminó haciendo muy imponente en la zona pintada a la hora de defender. Eso nos ayudó muchísimo. Después en las finales tomó un protagonismo en ofensiva que nos sorprendió hasta a nosotros mismos, pero se hizo muy importante para los triunfos que teníamos que conseguir de visitantes», añade por su parte Cajal sobre el buen ensamble de Dilligard dentro del equipo.
Llegó entonces la recuperación, con el debut del nuevo extranjero y superando a Italiana de Charata por 64-57 (Schoppler 18), conservando así el liderazgo de la Norte. Y así también el calendario nos regaló un partidazo en otra edición del clásico de la ciudad, donde esta vez y de local, Progre le ganó en doble suplementario a Alvear por 97-95 con una gran tarea de la dupla Rasio-Avalle (ambos sumando 23 puntos cada uno), además del trabajo de Cajal (18 tantos) y el importante despliegue de Dilligard en defensa.
En el cierre de la primera fase, Progresista perdería contra Unión, en Sunchales y por 96-90, en lo que fue el debut de Leo Hiriart al frente del Bicho Verde. Y luego llegó una nueva caída, en San Francisco y ante San Isidro por un claro 103-85. Más allá de estas dos caídas, los de Lobera no perderían su condición de punteros y terminaron acabando la ronda superando de locales a Española de Charata por 100-81. Con este panorama, ya cómodos en la cima, concluyó 1° en el Norte con un registro de 12 victorias en 18 presentaciones. En el TNA1 del Norte, también accedieron San Isidro, Oberá TC, Alvear y Estudiantes de Concordia; mientras que al TNA1 Sur entraron Argentino de Junín, Ciclista de Junín, Huracán de Trelew y Alianza Viedma.
Progresista había mostrado muchísima solidez con el correr del calendario, y más allá de que ese inicio de seis al hilo fue vital para en la posterioridad conservar relativamente cómodo su condición de líder a pesar de algunas derrotas, el grupo se fue consolidando mucho más y para la segunda etapa del torneo empezó a verse una versión mucho más amalgamada del equipo. Tenía mucho gol en sus manos y a su vez manejaba partidos convincentes en el costado defensivo, con Rasio como estandarte desde lo numérico pero también con los aportes de Schoppler, Avalle, Dilligard y Cajal.
«Al principio eramos conscientes de que teníamos una oportunidad de hacer algo importante, pero nunca nos la creímos ni bajamos la intensidad, ni en los entrenos ni en los partidos, porque sabíamos que la única forma de conseguir las cosas era trabajando duro, de la mejor manera y hasta que no se consiga el ascenso no nos podíamos relajar. No nos sobraba nada pero tampoco nos faltaba», comenta Cajal.
El TNA1 del Norte arrancó con Progresista llevándose otro clásico más ante Alvear, esta vez de visitante y por 83-77, con Rasio nuevamente como el jugador determinante (25 puntos) más el siempre presente aporte de Schoppler (14) junto con Aleksandrowicz (12). El equipo sumó otra victoria más a la siguiente semana, derrotando de local a Oberá TC por 90-82 (Rasio 19; Cajal y Laphitzborde 14 cada uno), para luego quedar libre en la siguiente semana y esperar cómodo en lo más alto de su zona.
Desafortunadamente al siguiente partido caería de visitante en Concordia ante Estudiantes, por un ajustado 82-81 (Avalle 23; Dilligard 17, Schoppler 14; y Rasio 12). Aunque la recuperación fue pronta tras imponerse de local ante San Isidro por 94-79 (Avalle 21; Dilligard 14; Schoppler 15; y Osores 11), Progre volvería a caer en una nueva salida a la ruta, contra Oberá TC y por 102-85, siendo esta la derrota más amplia para el equipo chaqueño (Schoppler 17; Osores 14; Avalle y Rasio 11; y Gorostiaga 10).
A partir de ese momento, con una semana de descanso mediante, se generaría un envión muy sólido para Progresista, que ya no volvió a perder en el resto de la fase regular y ganó los últimos tres partidos: de local por 86-74 a Estudiantes de Concordia (Rasio 23 puntos y 8 rebotes); de visitante por 100-71 contra San Isidro para asegurarse el 1 del Norte; y nueva victoria en el clásico, en casa y por 80-72 frente a Alvear. Los de Lobera concluyeron así la segunda fase con un total de 6 victorias en 8 presentaciones, colocándose en lo más alto de la tabla y en consecuencia teniendo ventaja de localía para todas las futuras llaves de playoffs.
«Como técnico desarrollé una base muy fuerte de la mano de Antonio Manno. En el año 70 y pico ya teníamos una idea, defendíamos toda la cancha, hacíamos trap en toda la cancha, y yo tenía una impronta muy fuerte que fue la que desarrollé con Unión Progresista las veces que estuve como entrenador. La idea siempre era defender muy duro, correr los 40 minutos. Siempre tenía un lema que era ‘crearle a los rivales un caos’, esa era la idea. Fue así que a medida que fueron avanzando los partidos cada vez veía más sólido al equipo», dice Lobera.
Víctor Cajal por su lado destaca este sentido de solidaridad que tenía todo el grupo de jugadores, desde interpretar a la perfección su tarea y función dentro del equipo hasta la falta de egoísmo por el rol que podía ocupar algún compañero. Todo esto gestionado por un entrenador que supo llevar bien al plantel de jugadores, pero también por la calidad humana de los mismos integrantes del equipo.
«Sabíamos que teníamos un gran equipo, un gran grupo humano por sobre todas las cosas. Sabíamos que eso siempre es lo más importante, porque todos trabajábamos por el bien del grupo, cada uno aportaba su granito de arena, sabíamos que era un plantel donde en un juego podía aparecer el goleo de Pepo Avalle, en otro aparecía Rasio, en otro Schoppler, en otro Pablo Osores, en otro el americano… y así. Todos eramos bastante competitivos, junto con Nico Ojeda y Mauro Aleksandrowicz que venían desde atrás pero aportaban lo suyo. Sabían cuál era su trabajo y qué tenían que hacer para que el equipo ganara o estuviera ahí arriba».
«Nunca hubo egoísmos ni ningún problema. Jorge nos trató a todos siempre de la misma manera e intentó que estemos contentos y que no nos desviemos de eso, de esa intensidad defensiva y de cansar al rival con el recambio, de que a medida que entren titulares o suplentes vayamos desgastando al otro equipo, y que muchas veces los jugadores suplentes no se sientan menos porque les daba los minutos y el protagonismo necesario que cada uno se merecía».
El cruce en octavos de final terminó siendo contra Echagüe de Paraná, que venía de finalizar en el tercer lugar del TNA2 Norte y en consecuencia el último cupo clasificatorio a la postemporada. Los paranaenses, dirigidos en aquella temporada por Ricardo De Cecco, tenían un mix de jugadores donde podíamos encontrar al foráneo Maurice Spillers, Leo Catelotti, Román Rodríguez, Mauro Negri, Mauro Rostchy, Carlos Sepúlveda y unos jóvenes Iván Basualdo y Rodrigo Haag.
La historia arrancó en Villa Ángela, donde el equipo conducido por Lobera se mostró muy sólido a pesar de no poder contar con Schoppler en el arranque de la serie por un esguince de tobillo sufrido en el cierre de la fase regular. La primera victoria de los chaqueños fue por 82-69 con Rasio (19 puntos), Avalle (15 tantos) y Cajal (13 puntos) como estandartes; mientras que en el segundo encuentro volvió a imponerse, ahora con un juego de bajo goleo por 65-57 (Avalle 14 unidades). Cumplió, y así pasó los primeros dos partidos defendiendo su fuerte localía para mudarse a Paraná.
En la primera parada en la capital entrerriana, Echagüe mostró una reacción y descontó en la serie tras ganar por 85-78 el tercer partido, donde no alcanzó otro brillante trabajo de Rasio (26 puntos) en los chaqueños, acompañado aquella noche por Osores (17). Sin embargo, más allá de aquel repunte rival, Progre detuvo esa levantada y no permitió que la llave se estire más, ganando por 71-56 aquel cuarto partido en el Luis Butta (Avalle 18, Osores 14, Rasio 12 y Cajal 11) para así sellar su pase a la siguiente ronda de playoffs.
El siguiente escollo fue San Isidro de San Francisco, un conocido que venía de eliminar a Alvear de Villa Ángela en la fase previa por 3 a 1. Los cordobeses, en ese entonces conducidos por el prestigioso Daniel Beltramo, tenían dentro de sus filas a jugadores de reconocida trayectoria como Andrés Mariani, Miguel Isola, Felipe Pais, Juan Ángel López, Juan José Giaveno, Marcos Jovanovich, Roberto Acuña, Agustín Lozano, Exequiel Cassinelli y el extranjero Albert White.
La serie arrancó en Villa Ángela, donde Progre volvió a tener un buen arranque y se llevó los dos primeros encuentros. El primero muy apretado por 106-96, partido con alto goleo y en el cual los chaqueños pudieron imponerse independientemente de quizá no haber hecho un gran despliegue en defensa (Avalle 20 y Aleksandrowicz 18). En el segundo duelo, mucho más a su estilo, los de Lobera impusieron condiciones y se lo llevaron por un más holgado 87-73 (Rasio 24 y Schoppler 23), dejando la llave 2 a 0 arriba y con la misión de buscar una victoria más fuera de casa para clasificarse a la siguiente fase.
Al igual que en la anterior etapa, esta vez en San Francisco sería San Isidro quien daría una señal de estar de pie para ganar un duro partido por 88-81, dentro del cual Progre estuvo muy cerca de dar el golpe pero finalmente fue para los cordobeses (Rasio 21, Schoppler 18 y Cajal 16). Ya en el cuarto partido los chaqueños lograron levantarse, ganando por un ajustado 103-97 apoyado en un alto goleo (Dilligard 24, Rasio 22, Cajal 17, Osores 13 y Schoppler 11) para así cerrar otra serie por 3 a 1 y clasificarse a semifinales del torneo.
En semis esperaba un muy firme equipo como Monte Hermoso Básquet, que venía de dejar en el camino a Ciclista de Junín en cuartos y previamente a Huracán de Trelew en octavos. El equipo del balneario era dirigido por Alejandro Paquito Álvarez, conduciendo un plantel con caras muy importantes como Fabián Sahdi, Pablo Gil, Byron Johnson, José Fabio, Fernando Titarelli, Lucas Arn, Juan Levrino, Sebastián Cabello y Lucas Barlasina. Los montehermoseños iban a ser el primer rival del Sur que iban a enfrentar los jugadores progresistas en la temporada.
Todo comenzó a rodar en tierras chaqueñas, donde Progresista hizo valer su condición de dueño de casa y su fuerte localía para llevarse el primer partido por un claro 68-49, ajustado a la filosofía de Lobera y con varios protagonistas entre los máximos anotadores (Dilligard 16, Avalle 14, Cajal 12 y Rasio 10). Lo mismo pasó en el siguiente encuentro, aunque Progre necesitó un doble suplementario para vencer por 93-89, parte de un durísimo juego donde se destacó la figura de Schoppler (30 puntos). Una vez más, con la casa en orden, los villangelenses armaron las valijas match point.
Monte reaccionó en el tercer partido y de local descontó luego de ganar por un sólido 80-64 (Rasio 16, Dilligard 13 y Schoppler 12), forzando un cuarto partido que volvería a ser en el balneario. Allí, una vez más en el Polideportivo de la ciudad, Progre sacó adelante un duro partido y se impuso por un gran 82-78 para sellar su clasificación a la gran final del torneo (Rasio figura con 21 puntos y 14 rebotes, mientras que Cajal anotó 20). De nuevo otra serie por 3 a 1 para dejar al equipo chaqueño a tres victorias de concretar un sueño.
El rival de la final fue Argentino de Junín, uno de los grandes equipos del torneo, candidateando a través de los meses de competencia y sabiendo que había clasificado muy bien en la fase regular (apenas 10 derrotas en temporada regular y 4 más en playoffs hasta ese entonces). El Turco era dirigido en ese entonces por el emblemático Adrián Capelli, con jugadores excelentes como Juan Cangelosi, una institución en el club, más el histórico Julián Olmedo, Santiago González, Jonatan Slider, Luciano Tantos, Javier Ceci, Leo Peralta, Alejandro Spalla y el extranjero Clarence Robinson. Grandísimo equipo el Azul juninense, que en las fases anteriores venía de eliminar a Rosario Central (octavos), Alianza Viedma (cuartos) y Oberá TC (semis).
Con Villa Ángela de fiesta y ya teniendo su gran anhelo cada vez más cerca, ya dejando de ser desde hace tiempo una sorpresa para convertirse en una realidad y en un gran candidato, todo quedó listo para recibir la gran final de la temporada, disputando no solo el título de campeón sino también el primer boleto de ascenso a la Liga Nacional (el segundo se dirimió por vía de repechaje).
Así se disputó una final en la cual, si bien se dieron partidos muy parejos, Progre terminó siendo contundente en el resultado, no solo defendiendo su localía con firmeza y envalentonado en confianza, sino que además tampoco permitiría reacción alguna del Turco. Arrancó por 88-83 en el primer encuentro dentro de un trámite tan luchado como cargado de nerviosismo y tensión sobre el final (Osores 21, Rasio 17, Cajal 13 y Schoppler 11); para después ganar su segundo duelo con mucho más suspenso por 102-100 en un duelo que también fue muy trabajado (Dilligard 22, Schoppler 16, Osores 13, Rasio 12 y Cajal 11).
Con la historia match point una vez más todo se mudó entonces a Junín. Allí, en la fortaleza del Turco, en el Fortín de las Morochas, Progre terminó de ratificar su enorme temporada y dio su último paso: victoria por un dramático 70-67, con el quinteto inicial en doble dígito de puntuación (Cajal 15, Rasio 14, Dilligard 14, Laphitzborde 14 y Schoppler 13) y barriendo la serie final por 3 a 0.
«Cuando llegamos a la instancia final, contra Argentino de Junín, sabíamos que iban a ser un rival muy duro pero también eramos conscientes de que al haber sido números 1 en la fase regular teníamos la ventaja del factor cancha, y nosotros teníamos una localía muy fuerte. Terminamos ganando esa final ganando 3 a 0, donde el equipo realmente llegó a su máximo potencial dentro de esa serie», cuenta Lobera.
«Recuerdo lo que fueron las semifinales con Monte Hermoso. Ganamos uno acá y el otro perdimos, pero vamos allá y lo dimos vuelta ganando el tercero. Fueron partidos durísimos. Acá en casa ganamos el primero que fue muy apretado, y después afortunadamente lo terminamos de quebrar. Después, en la final contra Argentino, hicimos ese 3 a 0 ganando en la cancha de ellos. Fue increíble», agrega Schoppler.
Rasio, MVP de una temporada que lo encontró en un nivel soberbio, explica lo que significó para su carrera aquel campeonato. «En lo personal fue un año muy positivo para mí. Venía de estar en la Liga donde no había tenido muchos minutos, entonces fue toda una apuesta volver al TNA para ver cómo me iba. Y la verdad es que el año en lo personal y lo grupal fue excelente, estuvimos primeros en toda la temporada, yo siendo protagonista dentro del equipo y sintiéndome muy cómodo con todo».
Para agregar, recordemos que Rasio luego jugaria cinco años consecutivos en la elite, pasando por Peñarol, Bahía Basket, Ferro y Atenas, regresando a la Liga Argentina para la 17/18 donde también resultaría siendo nuevamente el MVP de la categoría (con Salta Basket).
Por su parte, Cajal, el cerebro y el conductor del equipo en la media cancha junto a Pitu Schoppler, recuerda cómo terminaron derribando los pronósticos que no daban a Progresista como candidato inicial. Y esto de pasar un poco desapercibido como equipo, fue algo que a criterio del base terminó resultando un plus para el conjunto villangelense. No por tener una menor presión, sino por esa ambición de querer salir a demostrar que realmente las Águilas tenían material para aspirar a lo máximo y conseguirlo, como felizmente sucedió.
«Se decía que la Zona Norte no era fuerte, no se creía ni confiaba que Progresista, por más que íbamos punteros, que podíamos conseguir el ascenso. Se decía que apenas nos cruzáramos con algún equipo del Sur íbamos a ver la verdadera medida e íbamos a perder. Creo que esas cosas nos ayudaron a fortalecernos como equipo y a tratar de demostrarles a todos que estaban equivocados. Fue así de tal manera que lo pudimos reflejar cuando nos tocó jugar contra los equipos del Sur. Monte Hermoso fue muy duro pero nos llevamos 3 a 1 la serie ganando en cancha de ellos; y Argentino fue una barrida con mucha comodidad y tranquilidad, donde más allá de que fueron juegos cerrados supimos manejarlo a nuestro ritmo y a la manera que queríamos. Nunca pusimos en duda la derrota de locales, y cuando jugamos de visitante en canchas muy difíciles, supimos manejarnos de la mejor manera. Ahí es donde aparecieron los jugadores de mayor experiencia, fuimos contundentes para cerrar la serie y logramos un ascenso importante para la ciudad y para un club que tiene historia en el básquet nacional».
Celebración completa para Unión Progresista, punto máximo para Villa Ángela en lo que terminó siendo su regreso a la elite, en su ascenso a la Liga Nacional, después de 25 años y con título de campeón incluido.
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